Queridos Lectores

Algunas para el blog, otras para mi y otras que quizás algún día terminen en un libro 100% honesto
sobre la vida de un Tripulante de Cabina Internacional. Espero entiendan, el
blog está censurado. El día que me jubile escribiré desde una posada en Canaima
muchas de las anécdotas más divertidas que simplemente mientras esté trabajando
no puedo contar.
Hoy les quiero contar algo un poco personal. Hace poco tuve
una corta pero apasionada relación con una persona con un nivel de locura más
allá de la de cualquier persona normal. Dicen que la gente de aviación tiene
mala suerte en el amor porque somos abejas que vamos de puerto en puerto y de
cama en cama. No niego que el estereotipo de la promiscuidad sexual en la
aviación tenga algo de cierto. El que no haya jamás hecho algo así que tire la
primera piedra y no seré yo por cierto. Pero creo que más bien nuestro fracaso en el amor viene porque definitivamente pocas personas realmente entienden lo que significa nuestro trabajo y caemos con la primera persona que si no es del medio aeronáutico nos hace creer que realmente entienden y apoyan algo que para muchos es sencillamente inconcebible.

Volviendo al tema; últimamente tiendo a divagar mucho, esa
persona que les conté al comienzo fue una de esas que al principio decía "que hermoso es tu trabajo, me hubiera encantado hacer lo que haces" hasta que como a todas las personas desequilibradas se le comienzan rápidamente a ver las costuras y me dijo una frase que me sonó tanto que hasta el sol de hoy me retumba
en los oídos: “Gracias a Dios que ya no eres sobrecargo… creo que eso de tener
un novio que viaja por el mundo, follando en cada hotel y después sirviendo una
gaseosa en el avión no es lo que quisiera para mi” Justamente ahí abrí los
ojos. ¿Con quién demonios estoy saliendo? ¿En qué momento dejé de ser
sobrecargo? Y definitivamente ¿Quién se cree este personaje? ¿Es que acaso soy un puto que sonríe y duerme en camas ajenas? Lamentablemente la respuesta me la dio la vida a los pocos días.


Ojalá mis queridos lectores siempre puedan vernos como eso; ojalá que todas esas horas de entrenamiento nunca las tengamos que usar porque al final nadie desea ver lo que realmente hace y para qué está entrenado un Tripulante de Cabina.
Siempre seré Tripulante, no importa el cargo que tenga porque
mi corazón está en las nubes, en los aviones y en esa noble profesión que para
muchos no es más que sexo y refrescos pero que para los que la amamos lo es todo.
Les deseo a todos como siempre
Felices Vuelos!